sábado, noviembre 05, 2005

Pintando el cielo


Qué hermoso sueño pintaría hoy? que color fijará en su tela tan blanca que espera ser invadida por sus deseos.
Tan fría la mañana y el vapor que empaña toda la cabaña, su taza de té servida le alejan por la ventana junto con su mirada perdida en el rojo sol y solo la armonía del paisaje y de fondo la sutíl música de una guitarra muy hábilmente acariciada.
Nadie escuchaba el vuelo del pájaro ni la carrera de hojas secas jugando en el umbral, pero puede hacer una fiesta de formas para que jamas dejen de cantar. Toma el pincel, y pasándolo por su rostro asevera su magestuosa condición de herramienta y humedeciéndolo en pasteles aceitados lo gira una y otra vez sobre el color que ilumina el trazo seguro pero tan suave que solo esos dedos pueden ofrecer la esperada precisión. Lo apoya en la mesa, corriéndose un mechón que oculta la visión de ese cielo...ya tan puro que las nubes se deslizan sin movimiento revelando el filo de luz que se acerca hacia ella cada vez con mayor tibieza.
No podría haber elegido mejor ubicación para la inspiración junto a los rayos del sol que dibujan sombras deformadas de imágenes tranquilas, e infinitas. Tanta felicidad invita al ensueño de crear el fondo mas paradisíaco de un cielo perfecto de a ratos azul intenso. Para el remolino ventoso, inquieto y agitado, cambio de pincel, y su boca era una sonrisa de satisfacción con sabor a caramelo de menta fresca. Tanto verde en el océano le mareó y con urgencia dispersó el blanco de la espuma que le refrescó hasta el alma.Pero esa ola no dejaba de crecer al punto de asustarle, retrocedió uno, dos, tres pasos... estaría muy frío el mar? sin pensarlo, como quien escapa, sale atropellándose los escalones de madera que crujen al verle pasar y agitándose al punto de largar humo por los orificios nasales, corre...tragándose la atmósfera helada y corre... hasta la orilla.
Se detuvo observando la blancura intensa acompañada de salpicaduras saladas, otra vez el éxtasis pero ahora con aromas de algas y coro de olas feroces, incansables, irrepetibles y eternas como el estado que le inunda cada segundo que respira.


1 comentario:

Anónimo dijo...

ojenoc
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